Matar, ligado al hecho de comer, ha garantizado durante siglos seguir con vida a todos los carnívoros del mundo e incluso a los vegetarianos. Matamos para comer o algún “sicario” lo hace por nosotros. Cordero, calamar o berenjena son pasados a cuchillo antes de ser condimentados y cocinados.
“Somos lo que comemos”, y los personajes de las novelas negrocriminales entre otras muchas cosas, también son lo que comen. O lo que no comen. Cuando los autores crean a sus criaturas las llenan de hábitos (en el género negro suelen ser malos hábitos) para hacerlos creíbles. Les hacen beber, fumar, dormir o sufrir insomnio. Y también les hacen comer.
Pasen ustedes al espacio de Montse Clavé y mastiquen:
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